O algo así decíamos allá por BUP a la profa de Inglés cuando nos decía que no le echáramos guindas al pavo.
Lo cierto es que Falcon Crest tiene mucho de telenovela, de alguna manera tienen que compensar ser tres en una casa en medio de 360 acres de viñedos.
Diría que el domingo previo a mi vuelta a la civilización fue normal.
Si consideramos normal: que Mamá Crest se pasó TODO el domingo en el cuarto de los DVDs viendo películas (creo que se vio 5 en total), Papá Crest al menos preparó la cena -"burritos"-, Junior estaba encerrado en la cueva -como siempre-, la alemana no estaba. Así que solo quedábamos la rubia y servidora.
Lo mejor que podía hacer ante tales perspectivas de futuro era correr, así que allí me fui a dar una vuelta por Falcon Crest, para descubrir que hay algo podrido en mi reino, y no es una calavera que habla.
Aviso a navegantes: Mama Crest me cortó el pelo al término de su última película. Con flequillo. Una sola risita y vais de cabeza al Murray, y es hondo, muy hondo. Y muy sucio.
Pero el domingo fue uno de esos días hechos de hastío. Hasta que llegó la noche, donde eso parece el Zriler de Maiquel Yasson, y todos cambian sustancialmente.
Mamá Crest se fue a la cama sin cenar, normal, después de tanto ejercicio en el domingo estaría exhausta! La rubia hizo mutis por el foro, y me quedé yo con la representación masculina de la casa hablando hasta las tantas, bueno, las tantas no, hasta la cabra!
Con lo tranquila que estaba la noche... BAAAAAAAAAAAAAAAAAAM!
Y la pobre perra volviéndose loca a ladrar. Y nosotros diciendo, pobre perra, qué mal le ha sentado parir nueve cachorros, se ha vuelto loca y no hace más que ladrar, qué gran sentido maternal!
Y al rato, de nuevo: BAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAM!
Servidora se iba ya a la cama, pero claro, ante tanto ruido, pues fui al porche a ver si el sector masculino podía aclarar qué era eso, entre calada y calada...
BAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAM!!!
Ouch! Eso fue mi rodilla contra el cristal -soy lista, lo sé-.
Tal que decidí acompañar a Junior en su vicio matutino, porque Papá Crest estaba ausente del porche, y me tiré en otra de las sillas del porche cuando pasó lo que pasó.
Pasó la Cabra.
Y detrás la perra corriendo como loca, pobre Lucy, hija mía cuánto trabajo tienes ahora que eres madre, y encima una cabra por tus dominios. Qué poca compasión.
A tiempo de evitar otra embestida al cristal apareció por la puerta Mamá Crest, en albornoz y con cara de pocos amigos, a ver qué era ese jaleo que estábamos armando. Huelga decir que la cara al ver a la cabra fue un poema, y que nosotros estábamos casi que tirados en el suelo ya de la risa porque le costó un poco ver qué era lo que golpeaba el cristal.
Diez minutos más tarde apareció Papá Crest, como si la cosa no fuera con él para fumarse su primer cigarrillo de la mañana (eran como las 6 de la mañana). Y ahí estábamos los cuatro, atónitos, con el espectáculo cabra-perra-cristal-cabra.
Qué bonita mañana de agosto, qué gran despedida, enternecedora, ¿verdad?
Eso sí, al menos Mamá Crest dejó a la rubia despertarse por sí misma en lugar del tradicional berrido matutino seguido del encendido de luces, como si fuera el inicio de la Feria de Abril.
Y la rubia se durmió. Perra Troyana!!!!!!! Con lo que para ocultar el hecho a los ojos de Mamá Crest me tocó prepararle el desayuno a la rubia, y así aumentar el número de cardenales repartidos por mi extensa geografía anatómica mientras me peleaba por la casa con Junior, que también quería preparse el desayuno a la misma vez, y, por tanto, luchaba por el primer puesto en la ranura del tostador.
Digno de los Monthy Python.
Justo a mí me tocó ser yo, y lo cierto es que me lo paso como los indios.
Si es que .... jajaja. Por lo menos no te aburres!!ay con la cabra...
ResponderEliminarcreo que tendré que dedicarle una entrada...
ResponderEliminarUna cabra? Una puta cabra??? Como ovejas...
ResponderEliminarY digo yo, ¿a que esperas a mandar una foto flequillera??